“KANAN, LA TIERRA PROMETIDA” Recuerdos de Itzen Caan sobre la Atlántida
Posted August 15, 2012
on:La mexicana Itzen Caan nos comparte sus recuerdos y nos ayuda a descifrar los misterios perdidos de nuestra historia.
Luz Arcoiris
Los Hopi en Arizona, recuerdan aún nuestra amada tierra natal maya-atlante con el nombre de “Palatquapi” “Tierra Roja” (Palenque), por que en su época de esplendor todas las fachadas de los templos se encontraban pintadas en fondo rojo; por esto mismo en la leyenda de Quetzalcóatl (Kukulkán) se le conoce como “Tlapallán” “la Tierra del color rojo” el lugar al que se
“…..Dizque a éstos los Toltecas los fueron dispersando,
cuando se marcharon, cuando nuestro príncipe Quetzalcóatl
se embarcó en el mar para ir a colocarse
a la tierra del color rojo…..”
(Códice Florentino, 1979, vol. III, lib. X, fol. 195 r.)
“…..Ya se va, va a desaparecer allá en Tlapallán,
El lugar del color rojo.
Allá por Cholula vamos a pasar,
Por el lugar de las lluvias,
Junto al Poyauhtécatl, Señor de la Niebla,
Por el lugar de las barcas,
Al son de trompetas son llorados nuestros príncipes.
Ya se va, va a desaparecer en Tlapallán,
La tierra del color rojo.”
(Cantares Mexicanos, fol. 26 v.)
Después de un tiempo nos adaptamos a esos nuevos lugares y gentes, los cuales nos aceptaron con agrado al conocer nuestro alto nivel de desenvolvimiento artístico, a más del grande conocimiento en medicina, astrología, numerología y escritura que teníamos. Como Toltekas, es decir como artesanos nuestra fama se extendió rápidamente y en ello se fincó nuestro sustento a través del intercambio, del comercio. Fueron grandemente apreciadas nuestras artesanías pero sobre todo fuimos populares por trabajar con maestría los tintes de exquisita belleza; nuestras lujosas telas de púrpura llegarían con el tiempo a ser usadas por los Faraones y los Emperadores Romanos. El Rey Salomón recurrió también a nuestra gente para decorar su maravilloso Templo.
Pero fueron los Griegos quienes nos llamaron con el término con el cual hasta la actualidad más se nos recuerda, con el nombre de “Fenicios” “los Rojos”, en el mismo conocimiento de que proveníamos de la Tierra a la cual en su lengua llamaban “Fenicia” “Ciudad Roja” o “Tierra Roja” (de la raíz griega “Phoenix” = “Rojo”); además por que trabajábamos la cochinilla, el múrice, el buccino, la púrpura.
Como narré al principio, entre nuestra gente vivieron también algunos con malas costumbres, con carácter agresivo y mente oscura; por grupos de ellos que también lograron cruzar el océano como nosotros, el nombre de Kananeos o Kananitas aparece en diversos escritos con mala reputación. Sin embargo, las buenas costumbres de nuestra gente en su generalidad nos ganó la aceptación y confianza de los nativos en tierras nuevas, y fue aceptado de tal manera nuestro conocimiento que con el tiempo lo adaptaron al suyo en una fusión y en algunos casos, en sustitución total; como ejemplo de ello fue nuestra escritura, nuestro alfabeto.
La sagrada ciudad fue reconocida siempre con el adjetivo de “Tierra Roja”, pero como imperio otro fue el nombre que recibió. Este título imperial se encuentra grabado en la misma ciudad, sobre la Lápida del Kinich Uaxac Ahau. En la parte central superior de la misma Lápida bajo el Templo de las Inscripciones, se encuentra la cruz (árbol) que en un nivel físico-terrestre se alza a manera de obelisco o estandarte, el cual por los símbolos que lleva dice lo siguiente:
“EL IMPERIO DE LA GRAN SERPIENTE, AHAU KAN”
“Serpiente Solar”
(“Imperio del Dragón”)
Y
“Serpiente de Agua”
(“Kanan, Imperio de las Grandes Aguas”)
En esa parte del diseño de la Lápida se ve en el centro del árbol, la cruz abierta que dice “U-Luumil” “El Imperio de”. Rodeando este símbolo se encuentra a la “Ahau Kan”, la “Gran Serpiente Cósmica” o “Serpiente Reyna” que en un primer nivel de decodificación se le reconoce como la Gran Serpiente Solar o Dragón, lo que compone el título del “Imperio de la Serpiente Solar” o “Imperio del Dragón”, nombre que se usó para definir al gran “Imperio Solar de Mu” utilizado originalmente en la primer tierra, la tierra madre conocida como LEMURIA.
En un segundo nivel de decodificación aparece la serpiente que rodea a la cruz, ya como la Gran Serpiente Lunar Kanan “Grandes Aguas”, lo que compone el título del “Imperio de las Grandes Aguas” título imperial utilizado posteriormente en la segunda tierra donde se construyó la ciudad Roja (Palátquapi o Palenque), llamada ATLÁNTIDA.
“Kan” es el nombre de la serpiente y fue éste el término como título imperial agregado a los nombres de los Reyes o Nobles.
Con el correr del tiempo y ya en otras regiones del globo el significado de la palabra “Kan” de la Kanan tierra atlante se olvidó, solo se le mencionaba como el nombre de aquella hermosa y preciada tierra, de aquel maravilloso imperio: la “Tierra de Kan” o el “Imperio de Kan”; el concepto maya de serpiente se perdió y como tierra o región de Kan, quedó tan solo a la posteridad recordada como “Kanan”, su gente como “kananita” y su lengua el “kananeo”, pero sin comprender absolutamente nada de su significado y origen maya-atlante.
Se rompió así todo lazo con la original historia y recuerdo de la hermosa tierra natal llamada Nakan, cuna de grandes y sabios hombres los cuales hicieron florecer para aquel tiempo la maravillosa e inmortal Epoca Dorada. Y con mayor razón se olvidaría todo recuerdo de la anterior tierra mu o Imperio del Sol.
Mención al nombre Nakan lo encontramos también en otra parte de la misma ciudad roja sagrada, grabado en el sarcófago del Rey Uaxac Ahau (lado sur) entre los jeroglíficos que lo circundan.
El término “Kanan” como tal hace referencia a algo “precioso y muy estimado”. “Kanaan” es una palabra dada, es una “promesa”, por lo cual vemos que ambos son tan solo adjetivos calificando a la misma región, describiendo o dando referencias de esa tierra amada y que es lo que da las variantes a los nombres del mismo lugar. Nakan es Kanan ese lugar tan preciado y de tanto valor en nuestras vidas y recuerdos, y también es Kanaan la promesa del Gran Espíritu que nos guió hasta ella. Por lo tanto Kanaan no es el nombre de aquella tierra sino una referencia a la misma, a través de la cual se le llama “la Tierra Prometida”, y esta tierra era “Pakal” el paraíso en herencia Divina, donde se levantara “Nakan” el “Imperio de la Serpiente”.
En el texto bíblico (Vulgata Latina, 1877) esta tierra es también llamada Chanaan, a la que posteriormente nombrarían Palestina; y este segundo término lo describen proveniente de las palabras griegas “Philistins” o “Palestins” que quieren decir “extranjeros”.
Y por qué Chanaan, y por qué Philistins, pues por que venían de la “tierra de la serpierte” “Nachan” o “Nakan”, pues “Chan” quiere decir “serpiente”; por lo tanto eran precisamente los “extranjeros” “philistins” venidos de aquella tierra atlante Nachan.
¿Casualidad?, no para aquellos que sabemos con seguridad plena que las casualidades no existen pues todo camina bajo el orden preciso, segundo a segundo, instante a instante, de las Leyes Cósmicas y Divinas del Padre Todo Creador.
La Fenicia “Ciudad Roja” que conoce la historia moderna en el Oriente no es la original tierra que formó nuestra raza Kananita como grandes artesanos y marinos, como precursores de la escritura, como raza madre protagonista de la Época Dorada. Nuestra tierra natal, la madre de nuestros sagrados antepasados, la Fenicia original “Nakan”, se formó del lado occidental del Atlántico como parte de la legendaria Atlántida herencia del Rey Tritón, la cual se encontraba unida a lo que ahora llamamos América. La actual localización que dan a la tierra de Kanan o Fenicia es tan solo el rastro de la continuidad de nuestras vidas cuando tuvimos que abandonar la grandeza de nuestra tierra y nuestro imperio, sabiendo que pronto desaparecería por completo en una secuencia de desastres que terminaría hundiéndola en el mar casi en su totalidad. Ahí reiniciábamos nuestras vidas por segunda vez e intentábamos renacer y reconstruir lo que fuimos y tuvimos. La Fenicia o Kanan actual, fue por tanto nuestra segunda patria, la simple sombra de una realidad pasada, de una verdad perdida en el tiempo a miles de kilómetros de distancia.
Los pueblos semíticos hablaban el kananeo antiguo. El kananeo es reconocido como una lengua madre la cual se hablaba unificadamente en gran parte del globo, de ella se derivan otras como el fenicio, arameo, hebreo, el griego y el egipcio. En relación a esta lengua madre en el Popol Vuh se cuenta cómo en el origen era efectivamente una sola lengua la que se hablaba:
“…..Todos los hombres se entendían entre sí. Eran tiempos en que ningún hombre adoraba las piedras de los bosques como si fueran dioses y todos conservaban el recuerdo del Creador, del Formador, del Corazón del Cielo y del Corazón de la Tierra.”.
Pero también nos habla de cómo posteriormente esta unicidad en el habla se perdió:
“…..Ocurrió que se les cambió el lenguaje y comenzaron a hablar de diferente manera: fue la confusión de lenguas y al regresar de Tulan-Zuiva ya no se entendían entre sí. Los pueblos se dividieron y unos se dirigieron hacia Oriente y otros regresaron aquí.” “Allá surgieron así hombres negros y hombres blancos; hombres de muchas clases y hombres de muchas lenguas, tantas que causaba admiración oírlas.”.
Era el kananeo antiguo esta lengua con la cual en el pasado remoto todos los hombres se entendían entre sí, como lo cuenta el Popol Vuh; era la lengua que se hablaba en la “Tierra o el Imperio de Kan” y en general en toda la región llamada Paraíso, tierra maya-atlante.
En el Valle de México fueron encontradas por Niven miles de tablillas de piedra grabadas, y entre sus muchos grabados se encuentran símbolos de la escritura Kananea o Fenicia. También encontró cabezas esculpidas las cuales al analizarlas el Coronel James Churchward afirmó que eran rostros semíticos y que los escritos en algunas de las placas son idénticos en sus conceptos religiosos a los de Babilonia.
Itzen Caan
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