Por Martha Lobo 

Dice el historiador Antonio Velasco Piña, que el nombre de este país era considerado por los ancestros una Voz Sagrada, el nombre secreto del territorio en donde a través del tiempo habían surgido una y otra vez prodigiosas civilizaciones que se caracterizaban por su alto desarrollo  espiritual.

Su significado es doble: simboliza el principio de la dualidad de todo lo creado, manifestado por la presencia en los cielos del Sol y de la Luna y, por otra, el ideal de alcanzar la unidad y la superación de la humanidad mediante la integración de una sola y armónica sociedad, en la que quedasen superadas las contradicciones que separan a los diferentes grupos humanos. La sabiduría y los anhelos de varios milenios de cultura y desarrollo espiritual sintetizados en una sola palabra:  Me-xíhc-co (México) El lugar en donde su unen el Sol y la Luna.

Creí­an los ancestros que al pronunciar desde el alma esta Voz Sagrada, es posible borrar entre quienes lo pronuncian no solo su sentido de individualidad en relación con los demás, sino también con los restantes elementos del Universo: la tierra, las rocas, los árboles, el agua, el fuego, la luz, el viento, los dioses – ya no son algo ajeno a nosotros mismos, sino que todos formamos parte del poderoso Espí­ritu Único, Dios, del cual nos convertimos en voluntad y expresión consciente.  Se dice que cuando se trabaja en alianza, las energí­as se multiplican geométricamente, tienen una fuerza impresionante. Emulemos a nuestros sabios ancestros, que pronunciaban esta Voz Sagrada para lograr la creación de un puente espiritual entre el ser humano y las fuerzas superiores que lo trascienden: ¡Me-xí­hc-co. Me-xí­hc-co. Me-xíhc-co!